domingo, 28 de octubre de 2012

La ilusión


Llegué a Cinépolis. Me recibió Juan, mi jefe, me dio el uniforme e instrucciones para ponerme a trabajar inmediatamente. Así lo hice y comencé en ventanilla. Me enseñaron a utilizar el programa de la computadora para poder emitir los boletos. Aprendí muy rápido y pronto me dejaron sola atendiendo la ventanilla. Cuando menos me di cuenta, mi jefe ya estaba diciéndome que era hora de irme. Yo estaba muy feliz. Pensaba en que Hugo y yo ya estábamos muy cerca de lograr nuestro sueño de vivir juntos.
Saliendo del trabajo vi estacionado el coche de mi novio. Me apresuré al encuentro con él para besarlo y contarle mi día. Subiendo al coche me encontré con la sorpresa de que estaba molesto y ni un beso me dio. Le pregunté qué pasaba pero él no respondió. Comencé a sentirme frustrada y yo seguía insistiendo en que me dijera la razón de su enojo. Me vio a los ojos y me dijo que ya no creía que fuera tan buena idea vivir juntos. En ese momento sentí que la sangre se me congeló, mi cara era de profunda tristeza. Me agarró la mano y dijo que lo perdonara. Lo único que hice fue limpiarme las lágrimas que recorrían mis pómulos, sonreí y dije que no había problema pero que ya me llevara a mi casa. Así lo hizo. En el camino apenas y cruzamos palabra. Definitivamente me sentía decepcionada.
Llegamos a mi casa, me bajé del coche y él salió detrás de mí, me abrazó y dijo que me amaba. No pude contenerme y le di una cachetada.
Llorando me metí a mi casa y al entrar mi mamá se apresuró a abrazarme. Me preguntó qué es lo que había pasado. Al terminar de platicarle lo único que me dijo fue que esperara a que se bajaran los ánimos para poder platicar bien y aclarar las cosas. Subí a mi recámara y decidí que no tenía por qué estar triste y recordé una frase que mi mamá siempre dice: todo a su tiempo. Y tal vez no era tiempo de irme a vivir con mi novio. Hugo marcó varias veces a mi celular, pero no tenía ganas de contestarle. Me dispuse a dormir, no sin antes poner mi alarma a las cuatro de la mañana para levantarme a bañar e irme a la escuela.
Al día siguiente en la mañana recibí una llamada de Hugo. Le contesté y quedamos de vernos en la tarde antes de irme al trabajo.



 



domingo, 21 de octubre de 2012

Comenzando el plan



Al terminar el día en la escuela, regresé a mi casa y decidí contarle a mi familia, mis papás dijeron que estaban de acuerdo siempre y cuando yo me sintiera segura. Al terminar la platica con ellos le marqué a Hugo por teléfono y le pedí que viniera a mi casa. Así lo hizo y comenzamos a planear todo para realizar lo que queremos. Inmediatamente nos pusimos a buscar trabajo. Salímos, nos subimos al coche y fuímos a buscar anuncios de empleos.

Nos excitaba tanto la idea de que en poco tiempo estaríamos viviendo juntos, que con besos eufóricos que le daba, él a penas y podía manejar. En nuestro camino nos topamos con un hotel sobre la avenida lópez Portillo, revisamos la cartera y vimos que nos alcanzaba el dinero para entrar. Llegamos al cuarto que nos asignaron y a penas íbamos saliendo del coche cuando ya nos estábamos comiendo a besos. Entramos al cuarto, nos comenzamos a quitar la ropa y nos acostamos en la cama. Hicímos el amor tan apasionadamente que le dejé un poco rasguñada la espalda. Nos metimos a bañar, me sequé el cabello y nos pusimos de nuevo la ropa. Pagamos y partimos de nuevo en busca de trabajo. Entregamos solicitudes de empleo en diferentes establecimientos. Solo nos queda esperar una respuesta.

Hacía mucho calor y antes de que me fuera a dejar a mi casa pasamos a comprar un helado. Mientras lo comíamos, comenzamos a platicar sobre lo sucedido horas antes. Hugo comenzó a decirme que le encantaron mis gemidos y los movimientos que hice. Al escuchar eso comencé a sentir electricidad recorriendo mi cuerpo, suspiré y le dije sonriendo fué muy rico. Terminamos el helado y nos fuimos a mi casa, ya que tenía tarea de Redacción.

El lunes en la escuela. Estaba en clase de Doctrinas, la cual me encanta, y comenzó a vibrar mi celular. No reconocí el número, pero aun así salí a contestar. Me marcaron de Cinépolis y dijeron que si seguía interesada en el empleo era mío. Pero que me tenía que presentar ese mismo día a las cuatro de la tarde para comenzar a trabajar yo, encantada, acepté. Regresé a la clase, realmente emocionada, y le comenté a mis amigos. Terminó la clase y sin entretenerme en nada, salí de la escuela y me fuí a mi casa para arreglarme e ir al trabajo. En cuanto llegué a mi casa le hice saber a mis papás lo del trabajo y se alegraron.

Estaba en camino al trabajo y le marqué a Hugo para contarle. Se emocionó, me deseo suerte y quedó en pasar por mí.




domingo, 14 de octubre de 2012

Iniciando


10 de septiembre. Son las seis de la mañana y ya voy entrando a la universidad. Es el primer día de clases y estoy nerviosa, me pregunto cómo serán mis profesores y quiénes serán mis compañeros.
Voy por el pasillo caminando, cuando llegué al salón me encontré con mi amigo Miguel y me sentí menos nerviosa, comenzamos a platicar y a las siete entramos a clases. Al terminar el día me di cuenta que mis clases son geniales y mis compañeros muy agradables. Por ello no me importa que para llegar a la escuela salga de mi casa a las cinco de la mañana y por las tardes haga hora y media. Un día iba de regreso a mi casa, ya estaba en Indios Verdes esperando la combi que me deja en la esquina de mi casa. Me senté en el asiento detrás del chofer, porque me resulta más cómodo, me disponía a dormir cuando suena mi celular por una llamada de mi novio. Me dijo que tenía algo que decirme, que si podía pasar a su casa un rato. Le dije que sí y para mi no es problema, ya que la combi me deja afuera de su casa, entonces así lo hice. Le avisé a mi papá y estuvo de acuerdo. Solo dijo que no llegara tan tarde a mi casa. En cuanto llegué a la casa de mi novio él ya estaba afuera para recibirme me acerqué a él, me abrazó fuertemente, me dió un rico y largo beso en los labios y me dijo te amo. Como toda mujer enamorada sonreí y sentí que mis ojos se iluminaron al voltear a verlo. Íbamos entrando a su casa y le pregunté qué era lo que tenía que decirme. Hugo guardó silencio y solo sonrió. Por mi mente pasaron demasiadas cosas menos lo que estaba a punto de escuchar. Se puso en frente de mí y dijo, Erika te amo y quisiera que vivieramos juntos. Mi primer reacción, pues estaba emocionada, fue decir que sí. En el transcurso del día fuí pensando las cosas fríamente y me dí cuenta de que sería mucho más difícil de lo que parece. A las ocho de la noche nos subimos a su coche y me llevó a mi casa.
Al día siguiente en la escuela lo comenté con mis amigos Perla y Miguel, ellos dijeron que era una locura, ya que sería complicado y nos sería muy difícil seguir con la escuela y trabajar, llegar y hacer cosas en la casa. Durante el día no pude concentrarme en mis clases pensando en lo que decidiríamos.