Llegué
a Cinépolis. Me recibió Juan, mi jefe, me dio el uniforme e
instrucciones para ponerme a trabajar inmediatamente. Así lo hice y
comencé en ventanilla. Me enseñaron a utilizar el programa de la
computadora para poder emitir los boletos. Aprendí muy rápido y
pronto me dejaron sola atendiendo la ventanilla. Cuando
menos me di cuenta, mi jefe ya estaba diciéndome que era hora de
irme. Yo estaba muy feliz. Pensaba en que Hugo y yo ya estábamos muy
cerca de lograr nuestro sueño de vivir juntos.
Saliendo
del trabajo vi estacionado el coche de mi novio. Me apresuré al
encuentro con él para besarlo y contarle mi día. Subiendo al coche
me encontré con la sorpresa de que estaba molesto y ni un beso me
dio. Le
pregunté qué pasaba pero él no respondió. Comencé a sentirme
frustrada y yo seguía insistiendo en que me dijera la razón de su
enojo. Me vio a los ojos y me dijo que ya no creía que fuera tan buena
idea vivir juntos. En
ese momento sentí que la sangre se me congeló, mi cara era de
profunda tristeza. Me agarró la mano y dijo que lo perdonara. Lo
único que hice fue limpiarme las lágrimas que recorrían mis
pómulos, sonreí y dije que no había problema pero que ya me
llevara a mi casa. Así lo hizo. En el camino apenas y cruzamos
palabra. Definitivamente me sentía decepcionada.
Llegamos
a mi casa, me bajé del coche y él salió detrás de mí, me abrazó
y dijo que me amaba. No pude contenerme y le di una cachetada.
Llorando
me metí a mi casa y al entrar mi mamá se apresuró a abrazarme. Me
preguntó qué es lo que había pasado. Al terminar de platicarle lo único que me dijo fue que esperara a que se bajaran los
ánimos para poder platicar bien y aclarar las cosas. Subí a mi
recámara y decidí que no tenía por qué estar triste y recordé una frase
que mi mamá siempre dice: todo a su tiempo.
Y tal vez no era tiempo de irme a vivir con mi novio. Hugo marcó
varias veces a mi celular, pero no tenía ganas de contestarle. Me
dispuse a dormir, no sin antes poner mi alarma a las cuatro de la
mañana para levantarme a bañar e irme a la escuela.
Al
día siguiente en la mañana recibí una llamada de Hugo. Le contesté
y quedamos de vernos en la tarde antes de irme al trabajo.
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