Con la llamada de mi novio lo único
que obtuve fue mal humor. Yo ya estaba en el salón. Llegó mi amiga Perla, la abracé y comencé a llorar. Pero no
tardé en reponerme y le platiqué lo que había sucedido. Ella me
escuchó y dijo que me apoyaría en lo que pudiera.
Durante el resto
del día, en la escuela, se me olvidó el problema que tenía. En una
hora libre me fui a recostar en el pasto con Miguel, Perla y Leonardo. Tuvimos una interesante y amena plática. Al terminar la hora libre
entramos a la última clase. Al terminar recordé que iba a
ver a Hugo. Quería evadir ese momento, pero como dice mi abuelita: a
mal paso darle prisa.
Después
de hora y media de camino llegué a mi casa, comí y cuando me estaba
arreglando para irme al trabajo, me marcó Hugo y dijo que ya estaba
afuera de mi casa. Le dije que en un momento salía. Me despedí de
mi mamá, agarré mi bolsa y salí. Sentía
un hueco en mi estómago, definitivamente estaba nerviosa. Me subí
al coche y le di un beso en la mejilla. Se notaba la tensión que
había entre nosotros. Me tomó de la mano y preguntó si ya lo
había perdonado por lo que había dicho ayer. Lo único que le dije
fue que no se preocupara, porque sus razones ha de tener. Nos dimos
un largo beso pasional, sus manos recorrían cada parte de mi cuerpo.
Mis manos querían adentrarse en su cuerpo el cuál estaba ardiendo
por la excitación. Quería seguir acariciándolo, pero recordé que
tenía que llegar al trabajo. Me aparté de su dulce boca y le dije
que ya me llevara al trabajo. Él se sorprendió y dijo que creía que
renunciaría, ya que sin los gastos que implicaba irme a vivir con él, no me afectaría dejar de trabajar.
Le contesté que no lo podía dejar tan fácil. Mi
contrato era por seis meses y quería tener el dinero extra.
Llegué
al trabajo y mi jefe dijo que ahora iba a estar atendiendo en la
dulcería. Era hora de salir -después de cuatro horas despachando
palomitas, refrescos, dulces y helados- me sentía cansada, pero
feliz por haber arreglado las cosas con mi novio.
Había
quedado en salir a cenar con Hugo. Al salir del cine él ya estaba
esperándome. Fuímos a cenar al Vips que está cerca de Cinépolis. Mientras cenábamos lo único que yo pensaba, era en las ganas que
tenía de hacer el amor con él esa noche.
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