domingo, 18 de noviembre de 2012

El aroma


Realmente me sentía muy cansada, pero por fin terminé de estudiar. Guardé mis cosas, me acosté y dormí. De pronto sonó mi alarma. Apenas y pude levantarme. Me metí a bañar. Salí y me apresuré a cambiar, agarré mis cosas y salí de mi casa. Hice la hora y media que hago diario a la escuela.

Cuando llegué el profesor  Cohen aún no empezaba la clase. Salí a comprarme una paleta porque si no me iba a quedar dormida por la desvelada. Terminó la clase y comprendí que no teníamos que tener errores de acento o encabalgamiento en nuestras entradas, ya que el profesor se enojaba y no le daban ganas de seguir revisándolas.
Miguel, Perla, Leonardo y yo fuimos por un café de cuatro pesos y seguimos estudiando para el examen. Era hora del examen y pensaba que iba a ser de relacionar columnas, ya que me había concentrado en aprenderme palabras claves de los conceptos. Cuando comenzó a entregarlos me di cuenta de que eran 10 preguntas a desarrollar. No podía creerlo. Solo leía una y otra vez las preguntas. Ya habían pasado cinco minutos y seguía sin contestar una sola pregunta. De pronto comprendí que por más que las revisara no se iba a hacer más fáciles ni se iban a convertir en columnas para relacionarlas. Entonces me dispuse a desarrollar mis respuestas. Cuando me di cuenta ya había llenado tres hojas. Cuando ya no sabía más, le entregué mi examen a la profesora y me salí. Me sentía enojada con la profesora por haber dicho que solo conceptos. Pero me sentí más enojada conmigo por no haber estudiado mejor. Me apresuré al salón para la clase de Doctrinas. El profesor nos dejó hacer un escrito de quince líneas de cualquier cosa. Pues tanta era mi frustración que lo hice relatando lo acontecido en el examen. Terminó mi día en la escuela, y me fui directo a casa de mi novio. Al llegar saludé a Nicté, su hermana, platiqué un rato con ella y me subí al cuarto de Hugo. Él estaba durmiendo en su cama. Lo desperté con un beso y le dije que se hiciera a un lado para que me pudiera acostar. Nos quedamos dormidos y cuando desperté realmente no sentí ganas de irme de su lado. Le dije que nos aventuráramos y que viviéramos juntos. Asintió. Yo sabía que mis papás no me dejarían tan fácil, entonces llamé al celular de mi papá y le dije que si me podía ayudar a echar mis cosas en una maleta. Que este Hugo pasaría por ella porque me vendría a vivir con él. Mi padre solo respondió: Te vas a ir pero a la chingada. Olvídate de nosotros si haces esa estupidez.

En fin. Ya llevo dos semanas viviendo con Hugo. Espero mis padre algún día me hablen de nuevo.





 
 


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